miércoles, 23 de octubre de 2019

Luis Daniel Beauperthuy


Santa Rosa, Guadalupe, Antillas Francesas, 26 de agosto de 1807 - Bartica Grove, Guyana, 3 de septiembre de 1871.

Luis Daniel Beaperthuy


He ahí la obra que yo me he impuesto; obra ardua, erizada de dificultades, sometida a las interpretaciones mas desfavorables; obra donde el investigador que asume la iniciativa, solo cuenta con el apoyo de su conciencia, mientras que, por otra parte, ha de combatir a la vez las tradiciones religiosas mal interpretadas, el veredicto negativo y desconsolador de las celebridades científicas, la malquerencia de muchos, la incredibilidad de casi todos.
Luis Daniel Beauperthuy

Uno de los ocho hijos de Pierre Daniel Beauperthuy y Marie Sauveur Desbonne, Luis Daniel se trasladó en su adolescencia desde Guadalupe a Francia, donde obtuvo sucesivamente el diploma de Bachiller en Letras, el 1 de agosto de 1829, y el título de Doctor en Medicina, el 12 de septiembre de 1837, por la Universidad de París. Ese mismo año fue designado por el Museo de Historia Natural, Viajero Naturista.

Después de su regreso de Francia, Beauperthuy permaneció poco tiempo en la isla de Guadalupe. Llegó a Venezuela en 1839 y en ese mismo año revalidó su doctorado ante la Facultad de Medicina de Caracas. Desembarcó en Cumaná en 1841, a los 34 años de edad. Contrajo matrimonio el 10 de noviembre de 1842 con Ignacia Sánchez Mayz, hija de Dionisio Sánchez Centeno e Inés Mayz Alcalá, de cuyo enlace hubo tres hijos: Pedro Daniel, casado con Manuela Mayz Vigas y quien fue destacada figura de la sociedad, la política y la agricultura del Oriente de la República; Inés, esposa de Eduardo Berrizbeitia, muy citada por el padre en su correspondencia particular, e Ignacia, quien murió soltera en 1868.

Luis Daniel Beaperthuy


En 1850 fue designado profesor de Anatomía en Ciencias médicas en el Colegio Nacional de Cumaná. En 1853 se produjo en esa ciudad un brote epidémico de fiebre amarilla y como médico de Sanidad rindió intensas jornadas de auxilio a los enfermos, como responsable de esa campaña.

En varias oportunidades fue miembro de las Juntas Locales de Sanidad: en 1859 lo designaron Médico Cirujano Mayor del Ejército en el Estado Federal de Cumaná, Médico de los Pobres y Desvalidos en 1865 y Médico del Hospital de Lázaros en 1867. Durante largo tiempo desempeñó el cargo de Agente Consular de Francia. En 1853 y 1854, era médico de Ciudad, cuando Cumaná fue arrasada por un terremoto y azotada, sucesivamente, por epidemias de fiebre amarilla, viruela y cólera. Entre el afecto de su hogar, la pasión por su microscopio, el desempeño de cargos y los estudios acerca de la fiebre amarilla, la lepra y otras enfermedades de no menor importancia, discurrió el transito de Beauperthuy por la ciudad oriental, hasta 1870, año en que se marchó para siempre.

Beauperthuy fue a la vez médico e investigador, pero en los últimos años de su vida, la investigación absorbió casi todo su tiempo; sin embargo, lo digno de admiración es que lo hizo en Cumaná, considerada para la época una de las más remotas e incultas regiones de la Tierra. Allí, en ese rincón insignificante, alejado de todo gran centro científico, trazó nuevos horizontes a la Medicina al prever la posibilidad de que ciertas enfermedades eran transmitidas por mosquitos.

Armado de un microscopio, cuando el uso de este instrumento aún no se había generalizado, Viajó a mediados del siglo XIX por las regiones rurales de Venezuela, estudiando por medio de las técnicas disponibles para entonces la orina, excreciones y secreciones de los pacientes.

Beauperthuy actuó en la era prepasteuriana, cuando se encontraba en su apogeo la teoría miasmática para la explicación de la génesis de las enfermedades en general. Desde un principio quebró lanzas contra los sistemas existentes, al pensar que la ciencia no subsiste sino a base de búsqueda eterna, concediéndole mayor importancia a la práctica. Apenas recién graduado, emitió su teoría acerca del origen parasitario de la mayor parte de las enfermedades infeccionas; en 1838, en un ensayo escrito en colaboración con su compañero de estudios Adel de Rosseville, presentado a la Academia de Ciencias de París, atribuyó la causa del fenómeno de la putrefacción a la presencia de animalillos en la materia orgánica descompuesta. Según su pensamiento, las enfermedades habían sido ciertamente estudiadas, casi por completo, en sus síntomas, su marcha, su duración, su pronóstico y su terminación, pero ello no equivalía a que la obra estuviese terminada, le faltaban dos puntos capitales: la etiología o el conocimiento de las causas que las producen, y la terapéutica, o sea, los medios propios de combatirlas. En total, contrariamente a todos sus contemporáneos y a los sistemas científicos vigentes entonces, Beauperthuy elaboró su propia hipótesis, según la cual la mayoría de las enfermedades obedecían a la presencia de parásitos, los que eran transmitidos, casi siempre, por la inoculación insectil.

Luis Daniel Beaperthuy

En la evolución de los conocimientos amarílicos cabe distinguir tres hitos fundamentales o acontecimientos culminantes:

Primero: En 1854, Beauperthuy, incrimina a los mosquitos tipularios como agentes responsables de la transmisión de la fiebre amarilla.

Segundo: En 1881, Carlos Juan Finlay emite su teoría de que la fiebre amarilla era transmitida de hombre enfermo a hombre sano por la picadura del culex mosquito, después llamado Stegomya fasciata.

Tercero: En 1900-1901, la Comisión Médica Militar Americana, compuesta por Walter E. Redd, Jesse W. Lazear, James Carroll y Arístides Agramonte, confirma la teoría finlaista, demostrando a su vez, de manera concluyente, que la enfermedad era debida a un virus, el cual era ingerido por el Aedes aegypti, en cuyo cuerpo permanecía indefinidamente, pero que dicho mosquito no infectaba sino después de doce días de haber picado previamente a personas enfermas, y que el virus sólo existe en la circulación general de los pacientes durante los primeros días del proceso.

Corresponde, entonces, a Beauperthuy el título de Precursor. Su trabajo original vió la luz pública en la Gaceta Médica de Cumaná, Nº 57, del 23 de mayo de 1854, o sea 27 años antes de que Finlay anunciara su teoría. El médico cubano Arístides Agramonte, integrante de la Comisión ratificadora del descubrimiento de Finlay, dictó el veredicto: “Reclamo para Beauperthuy, el título de abuelo de la teoría del mosquito en la fiebre amarilla, ya que todos reconocemos al Dr. Finlay la paternidad de la doctrina moderna”.

Para la época, Claude Bernard y Louis Pasteur aun no habían realizado sus trascendentales descubrimientos; la entomología médica no existía y, lo que resulta muy significativo, reinaba no solo la más completa oscuridad en cuanto a la naturaleza de la fiebre amarilla sino que, además, se ignoraba en absoluto el papel de los insectos en la propagación de enfermedades, hasta 1879, en que tuvo lugar el descubrimiento de la transmisión de la filaria por mosquitos, hecha por Patrick Manson. Estas circunstancias no hacen más que acrecentar el mérito de Beauperthuy.

Ya en plena madurez de su vida, se entregó al estudio de la etiología y tratamiento de la “elefantiasis de los griegos”, en una época en que la mayoría de los médicos consideraban a los leprosos pacientes incurables. Lo que al principio fue simple curiosidad intelectual o intención de hacer el bien, se transformó en obsesión, a tal punto que fue abandonando todas sus actividades hasta consagrarse por completo al estudio de la lepra. Así, pues, sobresalen en la vida científica de Beauperthuy, dos etapas bien definidas: la primera, en relación a las fiebres, particularmente la amarilla, y la segunda vinculada exclusivamente con la lepra. Desde 1867 datan sus primeras publicaciones, en la Gaceta Médica de Cumaná, sobre el tratamiento de dicha enfermedad. Su extensa monografía sobre la lepra está contenida, con el titulo de Elephantiasis, en el libro Travaux Scientifiques, por encima de las deficiencias y errores propios del atraso en que para entonces se hallaba la Medicina. No compartió de modo absoluto la teoría de la transmisibilidad hereditaria de la lepra, aun cuando aceptó la existencia de las heredo-predisposiciones individuales que favorecen el desarrollo de la afección en los hijos de leprosos; fue hostil al matrimonio entre los leprosos; un partidario del contagio de dicha enfermedad, un precursor al conjeturar que los lepromas eran causados por gérmenes, añadiendo que estos procedían de la inoculación exterior, sin la cual no se desarrollaba la afección.

Al igual que en el caso de la fiebre amarilla, el estudio y las observaciones de Beauperthuy se extendieron por varios años, hasta que después de un intenso y prolongado trabajo, lejos de ser siempre grato por cuanto hubo de luchar contra los prejuicios populares, y también, como él decía, con la ignorancia de los sabios, obtuvo su fruto al idear un tratamiento personal de la lepra, en el cual el elemento original constistía en cauterizaciones con aceite preparado con el fruto del merey (Anacardium occidentale).

En tanto que sus primeros trabajos referentes a la fiebre amarilla y los insectos tipularios pasaron desapercibidos, sin pena ni gloria, muy distinto fue el resultado en el caso de la lepra. Súbita esperanza resplandeció entre los afectados por el espantoso mal y la noticia del método terapéutico de Beauperthuy se esparció por numerosos países, como India, Noruega, etc., lo cual tuvo como consecuencia que los servicios del autor fueron muy solicitados en las Antillas Occidentales y Sudamérica.

Una ráfaga de celebridad cayó sobre Beauperthuy, dando por resultado que el gobierno de Trinidad y luego el Colegio de Médicos de Londres enviaran en 1868 al doctor Bakewell, y Francia al doctor Brassac en 1869, para que examinaran y rindieran un informe acerca del nuevo tratamiento descubierto en Venezuela. Bakewell y Brassac llegaron a un acuerdo con Beauperthuy, y el 20 de mayo de 1869 firmaron un convenio cuyo articulado constituye, por sí mismo, un monumento a la glora de este, quien convino en comunicar a dichos delegados los detalles de su método terapéutico para que lo experimentasen en sus lugares de origen, sin ningún interés monetario inmediato, reservándose solo la posibilidad de una recompensa, por parte de los gobiernos en referencia, únicamente en el caso de que el procedimiento resultase exitoso.

En 1870, Beauperthuy abandonó comodidades, familia y la patria chica para irse a atender el llamado de la Guayana Inglesa. Llegó a Demerara en los primeros días de febrero de 1871 y, después de previos arreglos con las autoridades locales, se encargó del hospital de leprosos, especialmente edificado para el ensayo de su tratamiento, situado en la isla Kaow, en la confluencia de los ríos Mazaruni y Esequibo.

“Desde el 11 de este mes he llegado a la residencia que me está destinada para vivir – le escribía a su esposa, con fecha 19 de febrero. Es un lugar sano, bien ventilado. La casa que habito es grande pero presenta poca comodidad para una familia tan larga como la mía. En el caso que resuelva reunir a mi familia a mi lado tendrán que fabricar una casa más grande. Los enfermos habitan en una isla vecina cerca de una milla de mi casa de habitación. Ellos están ya en curación. Son dóciles, nada les falta, tienen buenos alimentos y buena asistencia.

Desde que estoy aquí tengo el espíritu tranquilo. El Gobierno de Demerara y los habitantes favorecen mi empresa, y estaría feliz sino fuera por la separación de mi familia. Sin embargo, espero que Dios, que me ha favorecido tanto en mi empresa, nos facilitará pronto los medios de vivir todos juntos. Me prometo los mejores resultados de mis trabajos. Los enfermos no podrán cometer ningún desarreglo, lo que sucedía con frecuencia en Cumaná”.

Beauperthuy no supo cual fue el destino de sus heroicos esfuerzos. Falleció a los seis meses de haberse instalado en Demerara. A pocos años de su muerte el sistema era abandonado en vista de su ineficiencia comprobada.

Falleció súbitamente, a las cinco de la mañana del 7 de septiembre de 1871. Las noticias de su deceso y entierro fueron dadas por el periódico local “The Colonist”, en los términos siguientes:

“Con extremo pesar anunciamos la muerte repentina por apoplejía del Dr. Beauperthuy, en el Establecimiento para Leprosos de la Isla Kaow, donde se encontraba aplicando su método de tratamiento de la lepra. Según parece, el Doctor dormía en su hamaca cuando los estertores de su respiración llamaron la atención de la señora Beauperthuy, esposa de su sobrino, quien vivía con él. Trató, sin lograrlo, levantar al Dr. Beauperthuy; en pocos minutos murió, sin poder hablar o reanimarse”.

Referencias:

Archila, Ricardo (28 de julio de 1953). Luis Daniel Beauperthuy. Revisión de una vida. Conferencia dictada en la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina (http://revista.svhm.org.ve/ediciones/1953/3/art-2/).

Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, INHRR v.39 n.1 Caracas jun. 2008 (http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-04772008000100012).

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