Santa
Rosa, Guadalupe, Antillas Francesas, 26 de agosto de 1807 - Bartica
Grove, Guyana, 3 de septiembre de 1871.
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Luis Daniel Beaperthuy |
He
ahí la obra que yo me he impuesto; obra ardua, erizada de
dificultades, sometida a las interpretaciones mas desfavorables; obra
donde el investigador que asume la iniciativa, solo cuenta con el
apoyo de su conciencia, mientras que, por otra parte, ha de combatir
a la vez las tradiciones religiosas mal interpretadas, el veredicto
negativo y desconsolador de las celebridades científicas, la
malquerencia de muchos, la incredibilidad de casi todos.
Luis Daniel Beauperthuy
Uno
de los ocho hijos de Pierre Daniel Beauperthuy y Marie Sauveur
Desbonne, Luis Daniel se trasladó en su adolescencia desde Guadalupe
a Francia, donde obtuvo sucesivamente el diploma de Bachiller en
Letras, el 1 de agosto de 1829, y el título de Doctor en Medicina,
el 12 de septiembre de 1837, por la Universidad de París. Ese mismo
año fue designado por el Museo de Historia Natural, Viajero
Naturista.
Después
de su regreso de Francia, Beauperthuy permaneció poco tiempo en la
isla de Guadalupe. Llegó a Venezuela en 1839 y en ese mismo año
revalidó su doctorado ante la Facultad de Medicina de Caracas.
Desembarcó en Cumaná en 1841, a los 34 años de edad. Contrajo
matrimonio el 10 de noviembre de 1842 con Ignacia Sánchez Mayz, hija
de Dionisio Sánchez Centeno e Inés Mayz Alcalá, de cuyo enlace
hubo tres hijos: Pedro Daniel, casado con Manuela Mayz Vigas y quien
fue destacada figura de la sociedad, la política y la agricultura
del Oriente de la República; Inés, esposa de Eduardo Berrizbeitia,
muy citada por el padre en su correspondencia particular, e Ignacia,
quien murió soltera en 1868.
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Luis Daniel Beaperthuy |
En
1850 fue designado profesor de Anatomía en Ciencias médicas en el
Colegio Nacional de Cumaná. En 1853 se produjo en esa ciudad un
brote epidémico de fiebre amarilla y como médico de Sanidad rindió
intensas jornadas de auxilio a los enfermos, como responsable de esa
campaña.
En
varias oportunidades fue miembro de las Juntas Locales de Sanidad: en
1859 lo designaron Médico Cirujano Mayor del Ejército en el Estado
Federal de Cumaná, Médico de los Pobres y Desvalidos en 1865 y
Médico del Hospital de Lázaros en 1867. Durante largo tiempo
desempeñó el cargo de Agente Consular de Francia. En 1853 y 1854,
era médico de Ciudad, cuando Cumaná fue arrasada por un terremoto y
azotada, sucesivamente, por epidemias de fiebre amarilla, viruela y
cólera. Entre el afecto de su hogar, la pasión por su microscopio,
el desempeño de cargos y los estudios acerca de la fiebre amarilla,
la lepra y otras enfermedades de no menor importancia, discurrió el
transito de Beauperthuy por la ciudad oriental, hasta 1870, año en
que se marchó para siempre.
Beauperthuy
fue a la vez médico e investigador, pero en los últimos años de su
vida, la investigación absorbió casi todo su tiempo; sin embargo,
lo digno de admiración es que lo hizo en Cumaná, considerada para
la época una de las más remotas e incultas regiones de la Tierra.
Allí, en ese rincón insignificante, alejado de todo gran centro
científico, trazó nuevos horizontes a la Medicina al prever la
posibilidad de que ciertas enfermedades eran transmitidas por
mosquitos.
Armado
de un microscopio, cuando el uso de este instrumento aún no se había
generalizado, Viajó a mediados del siglo XIX por las regiones
rurales de Venezuela, estudiando por medio de las técnicas
disponibles para entonces la orina, excreciones y secreciones de los
pacientes.
Beauperthuy
actuó en la era prepasteuriana, cuando se encontraba en su apogeo la
teoría miasmática para la explicación de la génesis de las
enfermedades en general. Desde un principio quebró lanzas contra los
sistemas existentes, al pensar que la ciencia no subsiste sino a base
de búsqueda eterna, concediéndole mayor importancia a la práctica.
Apenas recién graduado, emitió su teoría acerca del origen
parasitario de la mayor parte de las enfermedades infeccionas; en
1838, en un ensayo escrito en colaboración con su compañero de
estudios Adel de Rosseville, presentado a la Academia de Ciencias de
París, atribuyó la causa del fenómeno de la putrefacción a la
presencia de animalillos en la materia orgánica descompuesta. Según
su pensamiento, las enfermedades habían sido ciertamente estudiadas,
casi por completo, en sus síntomas, su marcha, su duración, su
pronóstico y su terminación, pero ello no equivalía a que la obra
estuviese terminada, le faltaban dos puntos capitales: la etiología
o el conocimiento de las causas que las producen, y la terapéutica,
o sea, los medios propios de combatirlas. En total, contrariamente a
todos sus contemporáneos y a los sistemas científicos vigentes
entonces, Beauperthuy elaboró su propia hipótesis, según la cual
la mayoría de las enfermedades obedecían a la presencia de
parásitos, los que eran transmitidos, casi siempre, por la
inoculación insectil.
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Luis Daniel Beaperthuy |
En
la evolución de los conocimientos amarílicos cabe distinguir tres
hitos fundamentales o acontecimientos culminantes:
Primero:
En 1854, Beauperthuy, incrimina a los mosquitos tipularios como
agentes responsables de la transmisión de la fiebre amarilla.
Segundo:
En 1881, Carlos Juan Finlay emite su teoría de que la fiebre
amarilla era transmitida de hombre enfermo a hombre sano por la
picadura del culex mosquito, después llamado Stegomya fasciata.
Tercero:
En 1900-1901, la Comisión Médica Militar Americana, compuesta por
Walter E. Redd, Jesse W. Lazear, James Carroll y Arístides
Agramonte, confirma la teoría finlaista, demostrando a su vez, de
manera concluyente, que la enfermedad era debida a un virus, el cual
era ingerido por el Aedes aegypti, en cuyo cuerpo permanecía
indefinidamente, pero que dicho mosquito no infectaba sino después
de doce días de haber picado previamente a personas enfermas, y que
el virus sólo existe en la circulación general de los pacientes
durante los primeros días del proceso.
Corresponde,
entonces, a Beauperthuy el título de Precursor. Su trabajo original
vió la luz pública en la Gaceta Médica de Cumaná, Nº 57, del 23
de mayo de 1854, o sea 27 años antes de que Finlay anunciara su
teoría. El médico cubano Arístides Agramonte, integrante de la
Comisión ratificadora del descubrimiento de Finlay, dictó el
veredicto: “Reclamo para Beauperthuy, el título de abuelo de la
teoría del mosquito en la fiebre amarilla, ya que todos reconocemos
al Dr. Finlay la paternidad de la doctrina moderna”.
Para
la época, Claude Bernard y Louis Pasteur aun no habían realizado
sus trascendentales descubrimientos; la entomología médica no
existía y, lo que resulta muy significativo, reinaba no solo la más
completa oscuridad en cuanto a la naturaleza de la fiebre amarilla
sino que, además, se ignoraba en absoluto el papel de los insectos
en la propagación de enfermedades, hasta 1879, en que tuvo lugar el
descubrimiento de la transmisión de la filaria por mosquitos, hecha
por Patrick Manson. Estas circunstancias no hacen más que acrecentar
el mérito de Beauperthuy.
Ya
en plena madurez de su vida, se entregó al estudio de la etiología
y tratamiento de la “elefantiasis de los griegos”, en una época
en que la mayoría de los médicos consideraban a los leprosos
pacientes incurables. Lo que al principio fue simple curiosidad
intelectual o intención de hacer el bien, se transformó en
obsesión, a tal punto que fue abandonando todas sus actividades
hasta consagrarse por completo al estudio de la lepra. Así, pues,
sobresalen en la vida científica de Beauperthuy, dos etapas bien
definidas: la primera, en relación a las fiebres, particularmente la
amarilla, y la segunda vinculada exclusivamente con la lepra. Desde
1867 datan sus primeras publicaciones, en la Gaceta Médica de
Cumaná, sobre el tratamiento de dicha enfermedad. Su extensa
monografía sobre la lepra está contenida, con el titulo de
Elephantiasis, en el libro Travaux Scientifiques, por encima de las
deficiencias y errores propios del atraso en que para entonces se
hallaba la Medicina. No compartió de modo absoluto la teoría de la
transmisibilidad hereditaria de la lepra, aun cuando aceptó la
existencia de las heredo-predisposiciones individuales que favorecen
el desarrollo de la afección en los hijos de leprosos; fue hostil al
matrimonio entre los leprosos; un partidario del contagio de dicha
enfermedad, un precursor al conjeturar que los lepromas eran causados
por gérmenes, añadiendo que estos procedían de la inoculación
exterior, sin la cual no se desarrollaba la afección.
Al
igual que en el caso de la fiebre amarilla, el estudio y las
observaciones de Beauperthuy se extendieron por varios años, hasta
que después de un intenso y prolongado trabajo, lejos de ser siempre
grato por cuanto hubo de luchar contra los prejuicios populares, y
también, como él decía, con la ignorancia de los sabios, obtuvo su
fruto al idear un tratamiento personal de la lepra, en el cual el
elemento original constistía en cauterizaciones con aceite preparado
con el fruto del merey (Anacardium occidentale).
En
tanto que sus primeros trabajos referentes a la fiebre amarilla y los
insectos tipularios pasaron desapercibidos, sin pena ni gloria, muy
distinto fue el resultado en el caso de la lepra. Súbita esperanza
resplandeció entre los afectados por el espantoso mal y la noticia
del método terapéutico de Beauperthuy se esparció por numerosos
países, como India, Noruega, etc., lo cual tuvo como consecuencia
que los servicios del autor fueron muy solicitados en las Antillas
Occidentales y Sudamérica.
Una
ráfaga de celebridad cayó sobre Beauperthuy, dando por resultado
que el gobierno de Trinidad y luego el Colegio de Médicos de Londres
enviaran en 1868 al doctor Bakewell, y Francia al doctor Brassac en
1869, para que examinaran y rindieran un informe acerca del nuevo
tratamiento descubierto en Venezuela. Bakewell y Brassac llegaron a
un acuerdo con Beauperthuy, y el 20 de mayo de 1869 firmaron un
convenio cuyo articulado constituye, por sí mismo, un monumento a la
glora de este, quien convino en comunicar a dichos delegados los
detalles de su método terapéutico para que lo experimentasen en sus
lugares de origen, sin ningún interés monetario inmediato,
reservándose solo la posibilidad de una recompensa, por parte de los
gobiernos en referencia, únicamente en el caso de que el
procedimiento resultase exitoso.
En
1870, Beauperthuy abandonó comodidades, familia y la patria chica
para irse a atender el llamado de la Guayana Inglesa. Llegó a
Demerara en los primeros días de febrero de 1871 y, después de
previos arreglos con las autoridades locales, se encargó del
hospital de leprosos, especialmente edificado para el ensayo de su
tratamiento, situado en la isla Kaow, en la confluencia de los ríos
Mazaruni y Esequibo.
“Desde
el 11 de este mes he llegado a la residencia que me está destinada
para vivir – le escribía a su esposa, con fecha 19 de febrero. Es
un lugar sano, bien ventilado. La casa que habito es grande pero
presenta poca comodidad para una familia tan larga como la mía. En
el caso que resuelva reunir a mi familia a mi lado tendrán que
fabricar una casa más grande. Los enfermos habitan en una isla
vecina cerca de una milla de mi casa de habitación. Ellos están ya
en curación. Son dóciles, nada les falta, tienen buenos alimentos y
buena asistencia.
Desde
que estoy aquí tengo el espíritu tranquilo. El Gobierno de Demerara
y los habitantes favorecen mi empresa, y estaría feliz sino fuera
por la separación de mi familia. Sin embargo, espero que Dios, que
me ha favorecido tanto en mi empresa, nos facilitará pronto los
medios de vivir todos juntos. Me prometo los mejores resultados de
mis trabajos. Los enfermos no podrán cometer ningún desarreglo, lo
que sucedía con frecuencia en Cumaná”.
Beauperthuy
no supo cual fue el destino de sus heroicos esfuerzos. Falleció a
los seis meses de haberse instalado en Demerara. A pocos años de su
muerte el sistema era abandonado en vista de su ineficiencia
comprobada.
Falleció
súbitamente, a las cinco de la mañana del 7 de septiembre de 1871.
Las noticias de su deceso y entierro fueron dadas por el periódico
local “The Colonist”, en los términos siguientes:
“Con extremo pesar anunciamos la muerte repentina por apoplejía
del Dr. Beauperthuy, en el Establecimiento para Leprosos de la Isla
Kaow, donde se encontraba aplicando su método de tratamiento de la
lepra. Según parece, el Doctor dormía en su hamaca cuando los
estertores de su respiración llamaron la atención de la señora
Beauperthuy, esposa de su sobrino, quien vivía con él. Trató, sin
lograrlo, levantar al Dr. Beauperthuy; en pocos minutos murió, sin
poder hablar o reanimarse”.
Referencias:
Archila,
Ricardo (28 de julio de 1953). Luis Daniel Beauperthuy. Revisión de
una vida. Conferencia dictada en la Sociedad Venezolana de Historia
de la Medicina. Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la
Medicina (
http://revista.svhm.org.ve/ediciones/1953/3/art-2/).